La Hispania romana
Los romanos son el primer pueblo que logra dominar militarmente toda la Península Ibérica, que pasa a forma parte del Imperio Romano. Llamaron al nuevo territorio Hispania (de ahí proviene el nombre de España) y, durante los seis siglos de dominación romana, dotaron a los pueblos indígenas de la Península de una nueva lengua, costumbre, religión y ley. A este proceso se le conoce como Romanización y su legado llega hasta nuestros días.
4.1. La conquista de la Península por Roma
La dominación romana de la península fue consecuencia de la larga rivalidad entre Roma y Cartago por el control del Mediterráneo Occidental. Los romanos también tenían enclaves comerciales en el litoral del mediterráneo español, y cuando el general cartaginés Aníbal atacó en el año 219 a.C. la ciudad hispana de Sagunto, aliada de los romanos, éstos declararon la guerra a Cartago. Se iniciaba así la Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.). Aníbal con un potente ejército decidió atravesar los Pirineos y los Alpes e invadir Italia hasta llegar a Roma. Los romanos reaccionaron trasladando la guerra a la Península Ibérica. La estrategia de Roma fue sorprendente. Además de intentar frenar al ejercito de Anibal en Italia, decidieron atacar la Península Ibérica para cortarle la principal vía de llegada de recursos materiales y humanos. El plan funcionó y Anibal se vio obligado a regresar para defender sus posesiones hispánicas sin lograr llegar a Roma (aunque se quedó a las puertas). La guerra continuó y el ejército romano conquistó Cartago Nova en el 209 y Gadir en el 206 a.C. Con esta última derrota, los cartagineses fueron expulsados de la península y en el año 202 a. C. los romanos al mando de Publio Cornelio Escipión derrotaron a los cartagineses dirigidos por Aníbal en Zama (África) y destruyeron Cartago. La segunda Guerra Púnica terminó, pues, con la victoria total de Roma.
4.2. La romanización
La conquista de la Península Ibérica le llevó a Roma más de 200 años. Fue un proceso muy lento e incluso algunas zonas del norte peninsular nunca fueron dominadas.
Paralelamente a la conquista se realiza la romanización de la península, es decir, su integración en el sistema político, social, económico, cultural e ideológico romano.
Este proceso no afectó a todas las zonas de la península de igual manera. La romanización fue más intensa y rápida en las regiones con mayor desarrollo cultural: Andalucía y el litoral mediterráneo de la Península; las zonas de la Meseta interior se romanizaron más lentamente; y las áreas más atrasadas del norte (la zona cántabro-pirenaica), como hemos dicho, apenas fueron dominadas y, en consecuencia, tampoco romanizadas.
Pero, ¿en qué consistió la romanización? ¿que significa? Pues bien, fue un proceso civilizador por el que un pueblo (los romanos) impone su forma de vida a una población sometida (los pueblos peninsulares). Los rasgos que marcan la romanización son:
1) El latín sustituyó a las lenguas indígenas excepto al euskera (la única lengua prerrománica que ha llegado hasta nosotros).
2) Se adoptó el sistema social romano, basado en la familia patriarcal.
3) Se extendió el sistema económico romano que se apoyaba en el trabajo de los esclavos y en el uso de la moneda. Hispania se convirtió en una importante fuente de recursos para los romanos:
a) Se modernizaron la agricultura y la explotación ganadera. Los romanos introdujeron nuevas técnicas que mejoraron la producción como el arado romano, el cultivo con barbecho y las modernas acequias para el regadío (que siglos más tarde, por cierto, mejorarán los musulmanes). Los cereales, la vid y el olivo fueron los cultivos principales. Destacaron los rebaños de vacas en el valle del Guadalquivir, los caballos en Lusitania (Portugal) y las ovejas de la Meseta.
b) Un importante objeto de atención de Roma fueron las minas hispanas: cobre en Huelva, plomo en Cartagena, plata en Sierra Morena y Cartagena, y las de oro en Las Médulas (León).
c) La artesanía recibió un importante impulso y se concentró en las ciudades.
d) El comercio se vio favorecido por la estabilidad política, la red de comunicaciones, la división del trabajo y la generalización de la moneda (el denario de plata). Ya en los primeros siglos de dominación romana, el comercio alcanzó una extraordinaria importancia.
4) Las religiones indígenas se adaptaron a la religión romana y sus dioses. También se extendió el culto oficial a Roma y al emperador. A pesar de todo, se conservaron con mucha fuerza los cultos indígenas durante el imperio. Mas tarde, el cristianismo se extendió en Hispania como en el resto del imperio. En el siglo III ya existían numerosas comunidades cristianas.
5) La creación de una amplia red urbana. La ciudad se convirtió en el centro religioso, cultural, administrativo y comercial; y desde la ciudad se organizó la colonización y explotación del territorio, así como su control político y militar. Se ampliaron las antiguas ciudades fenicias, griegas, cartaginesas e ibéricas y se fundaron nuevas ciudades: Barcino (Barcelona), Tarraco (Tarragona), Caesaraugusta (Zaragoza), Hispalis (Sevilla), Emerita Augusta (Mérida), Legio Septima Gemina (León), Pompeyo (Pamplona)…
6) Otro elemento de romanización fue el ejército. Las tropas romanas extendieron las ideas y costumbres romanas. Muchos soldados romanos, después de su licenciamiento, permanecían en España como agricultores y comerciantes. Los indígenas reclutados para las tropas auxiliares también se convirtieron en agentes de romanización. El ejército, por otra parte, cumplió un papel importante en la romanización al participar en la construcción de la red de carreteras que ponía en comunicación los centros urbanos de la península.
Hispania se convirtió en la principal provincia romana, la más rica, la que aportó a Roma sus mejores soldados e infinidad de recursos. De hecho, los hispanos recibieron la ciudadanía romana, un privilegio que da fe de la importancia que tuvo Hispania dentro del mundo romano.
Hispania también aportó hombres importantes en el ámbito de la enseñanza, la literatura y el arte como el filósofo Séneca, los poetas Lucano y Marcial o el retórico Quintiliano nacieron en Hispania. También emperadores como Trajano, Adriano y Teodosio procedían de Hispania.
A finales del siglo I d. C. Hispania ya se había romanizado profundamente.
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