Los reyes españoles del siglo XVII
El siglo XVII se conoce como el de Los Austrias menores. Los reyes de este siglo fueron: Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Excepto Felipe IV, el resto no se ocuparon de las tareas del gobierno y delegaron sus funciones en sus validos, nobles ambiciosos y poco eficaces que hacían de primeros ministros y que frecuentemente actuaban sólo en su propio beneficio.
1. Felipe III (1598-1621).
El rey dejó el poder en manos del Duque de Lerma, su valido, que fue un personaje muy corrupto e ineficaz.
Lo más positivo de su reinado fue el relativo periodo de paz en el exterior, pocas guerras que sirvieron para obtener una importante recuperación de la economía. Fue una estrategia que permitió a España reorganizarse militar y económicamente. En resumen:
- Durante su reinado el imperio no pierde ningún territorio europeo.
- En las artes su reinado y el de su hijo fueron el momento más esplendoroso de la literatura y la pintura española dentro de lo que se ha llamado El siglo de Oro. Los nombres se acumulan: Cervantes, Góngora, Lope de Vega, Tirso de Molina, Velazquez, etc.
Lo peor de su reinado fue la expulsión de los moriscos y sus consecuencias negativas para el país, como comentamos en este artículo. También perjudicó a los intereses de la nación la corrupción generalizada de los miembros del gobierno.
2. Felipe IV (1621-1665)
Su reinado supuso la pérdida progresiva del liderazgo continental que con su hijo, Carlos II pasó definitivamente a Francia.
Fue un rey más trabajador que su padre y se preocupó por el gobierno. Era una persona muy culta (hablaba, francés, catalán, gallego e Italiano), además de un gran experto en pintura, gran lector y aficionado al teatro.
Como gobernante, también tuvo validos, pero estos fueron más bien ayudantes con los que compartir las tareas de gobierno. La historia, sin embargo, lo ha presentado como un rey también incapaz. Quizá la fama le vino por su obsesión por las mujeres (tuvo numerosísimas amantes y al menos 6 hijos bastardos) y en general porque le gustaba disfrutar de los placeres.
Pero la realidad es que fue un rey que intentó mantener la hegemonía europea de España, aunque su plan fracasó.
Durante su reinado España entró en la guerra de los Treinta Años y también reinició la guerra con Holanda. En definitiva, España vuelve a la guerra con el resultado final de derrota.
Su política bélica está dirigida por el conde-duque de Olivares, que junto con el rey opinaba que España no podía mostrarse débil y permitir que sus enemigos le quitasen territorio. Esta política militar terminaría por arruinar económicamente al país.
El valido de Felipe IV quiso solucionar el problema económico y militar de España a través de la Unión de Armas, un proyecto que pretendía repartir las cargas fiscales del Imperio y el reclutamiento de soldados entre los diversos reinos de España (lo que iba en contra de los fueros y leyes de estos reinos). El rechazo de la Unión de Armas provocó la sublevación de Cataluña en 1640.
La actuación política del valido real tenía un buen planteamiento aunque los resultados fueran desastrosos.
En primer lugar, habría que decir que Olivares no fue corrupto en comparación con los validos anteriores y posteriores. Tuvo una buena idea con la Unión de Armas, algo necesario para mantener el Imperio. Incluso la entrada de España en la guerra de los Treinta Años se justificaba por la necesidad de derrotar a Francia, su rival.
Sin embargo, todo le salió mal. Estuvo a punto de vencer a Francia con el intento de invasión de París (1636), pero en último momento fue derrotado. La Unión de Armas provocó revoluciones internas y externas, y la guerra de Holanda se pierde. Quizá tuvo mala suerte y, desde luego, le perjudicó su carácter soberbio y prepotente. También, sobre todo, jugó en su contra que tuvo como rival al Cardenal Richelieu, el político más talentoso de su tiempo y a quién no supo vencer. De modo, que tras la triple crisis de 1640 con levantamientos en Cataluña, Portugal y Andalucía es depuesto como valido y sustituido por su sobrino Luis Méndez de Haro.
Carlos II (1665-1700)
Fue una persona enfermiza y poco apta para gobernar. España perdió con este monarca definitivamente su poder. Sus consejeros y validos, extremadamente corruptos, aceleraron la total ruina del país.
Era hijo de tío y sobrina unidos con doble vínculo, y cinco de sus ocho bisabuelos eran descendientes directos de Juana la Loca. En su persona concurrían las deficiencias nefríticas del padre, la hipocondría del abuelo, la gota del bisabuelo y la epilepsia del tatarabuelo. Además, era esquizofrénico paranoide.
[…] tardó dos años en echar los dientes; sólo se destetó de sus catorce nodrizas cuando cumplió los cuatro años; comenzó a caminar después de los cinco, y aprendió a leer y escribir, a duras penas, ya adolescente. Era canijo, ojos saltones, carnes lechosas, con una nariz enorme que le caía sobre el labio flojo de la mandíbula fieramente progmática. No hay más que ver los retratos que le hizo Claudio Coello, aunque procuró favorecerlo dentro de lo posible. Villars lo despachó en una frase: «Asusta de feo»
El pobre monarca se pasó la vida entre médicos pomposos e ignorantes, santas reliquias, exorcismos y sahumerios. Su confesor y dos frailes dormían en su alcoba para guardarlo del diablo […] Extracto del libro de Juan Eslava Galán: Historia de España para escépticos
Los años últimos del reinado de Carlos II estuvieron marcados por la locura del monarca, como consecuencia de la consanguinidad, por las presiones políticas y las intrigas, y por el problema sucesorio ya que no pudo tener hijos.
Con el problema sucesorio, Francia vio la oportunidad definitiva de acabar con los Habsburgo españoles y colocar en el futuro trono español a un Borbón, es decir, un descendiente del rey francés. De esta manera España se convertiría en una especie de país satélite de Francia. El problema de la sucesión española provocará una nueva guerra en Europa como veremos en el tema siguiente.
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