La recuperación económica (1953 – 1973)
Gracias a la ayuda económica americana a partir de 1953 (una extensión del conocido Plan Marshall europeo), España había comenzado una etapa de desarrollo económico en agricultura, industria y comercio. Pero este desarrollo, sin control, había provocado desde 1955 una creciente inflación. A mediados de 1959, España se encuentra en situación de suspensión de pagos internacional y le pueden cortar el suministro de petróleo en breve plazo. Los llamados tecnócratas (nuevos dirigentes políticos que proponen una liberalización económica para modernizar el país, pero manteniendo las estructuras políticas autoritarias del régimen) logran convencer a Franco y a Carrero Blanco (el nuevo hombre de confianza del dictador) de que es necesario sustituir la política económica autárquica por otra de tipo liberal. El régimen reaccionó y prescindió de la Falange y los anteriores asesores para formar un gobierno de tecnócratas (profesionales sin dependencia política) la mayoría procedentes del Opus Dei (una orden católica española fundada por el beato Escribá de Balaguer y que tomó el control de la iglesia española durante el franquismo).
En 1958 España se incorpora al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, porque necesita créditos para solucionar su pésima situación financiera. Estas instituciones, a cambio de ayudar económicamente a España, exigen el cambio de modelo económico: de la política autárquica a la liberalización de la economía. El hombre encargado de dirigir las reformas económicas fue Laureano López Rodó que impulsó en el Plan de Estabilización de 1959 con medidas para la recuperación como:
- Liberar la economía y se permitir la llegada de capital extranjero
- Reducir el déficit público, con congelación de salarios, bajada de precios y reforma de los impuestos
La apertura económica produjo unos resultados espectaculares (los propagandistas del régimen lo llamaron el “milagro económico español”). España conoció el mayor desarrollo económico de toda su historia en los años 60. En 1975 España era la décima potencia industrial del mundo.
El desarrollo de la economía española en los años sesenta fue producto de varios factores:
1) La liberalización de la economía permitió que el país pudiera beneficiarse del desarrollo de la economía europea de ese momento. Al país llegaron importantes inversiones del extranjero y se pudo exportar sobre todo productos agrícolas (frutas) y de consumo (calzado).
2) La emigración interior (del campo a las ciudades) proporcionó mano de obra abundante y barata. La emigración exterior (a Europa) que se tradujo en la entrada de gran cantidad de dinero al país enviado por los emigrantes a sus familiares.
3) El increíble desarrollo del turismo, especialmente en la segunda mitad de la década de 1960, supuso una entrada de divisas importantísima, pues permitió a España eliminar su déficit con el exterior. El país pasó de seis millones de turistas y 300 millones de dólares en 1960 a 34 millones de turistas y 3091 millones de dólares en 1973.
4) El desarrollo de la industria. El desarrollo económico español de los años sesenta fue básicamente industrial. Una industria que se modernizó (gracias a las inversiones y a la tecnología extranjera) y se diversificó: la industria metalúrgica, la química y el sector energético se convirtieron en los motores del desarrollo. El sector de la construcción también creció espectacularmente por el crecimiento de las ciudades y las costas españolas llenas de turistas.
5) El fin de la agricultura tradicional. La agricultura experimentó una transformación que supuso el fin de la estructura agraria tradicional.
Con todo hay que decir que el crecimiento de la economía tuvo su cara negativa en el aumento de la inflación y los bajos salarios de los trabajadores. Había trabajo, pero se ganaba mucho menos que en otros países europeos. La fuerte emigración exterior también explica el crecimiento. Miles de trabajadores que en Francia, Alemania, Bélgica y Suiza, principalmente, realizaban las tareas que los nativos no querían realizar, además ganando mucho más dinero que en España. Y buena parte de ese dinero entraba en España por medio del envío de divisas a los familiares que se quedaron en el país.
Ésta imagen más aperturista del régimen se apreció en el interior con una nueva ley de prensa de 1966 que eliminaba la censura previa de las publicaciones (el gobierno podía seguir revisándolo todo, pero el nuevo modelo estimuló el mundo cultural).
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