Durante el siglo XVI España alcanzó el mayor poderío político y militar de su historia. Se creó un imperio inmenso con posesiones en Europa, Filipinas y, sobre todo, América, lo que le permitió convertirse en la nación dominante en Europa durante más de un siglo. El protagonismo de este periodo recayó en manos de dos reyes, padre e hijo: Carlos V y Felipe II.
Sin embargo los inmensos recursos provenientes de América no fueron empleados en el desarrollo del país. Básicamente todo el oro y la plata de América sirvieron para financiar las guerras europeas de Carlos y Felipe. España era un impero y como tal debía comportarse si quería mantener sometidos a sus enemigos. Una política de dominio que, como hemos dicho, repercutió negativamente en el desarrollo social y económico del país. Los reyes españoles quisieron imponer y exportar su modelo de gobierno a Europa: unidad territorial bajo el mando de un solo soberano, pero respeto por las leyes y costumbres de cada región sometida. Y defensa a ultranza del catolicismo contra toda amenaza ya sea el islam o el protestantismo. Aunque durante el siglo XVI lograron imponer este modelo, en el XVII tuvieron que renunciar a él superados por las naciones enemigas que se opusieron a su dominio (principalente Francia, los estados protestantes alemanes e Inglaterra).
Si en los planteamientos económicos y en el modelo social se fracasó, otra cosa fue en el ámbito cultural donde España destacó en Europa, especialmente en el ocaso de su imperio a principios del siglo XVII con nombres como Cervantes, Góngora, Lope de Vega, Quevedo, Velázquez, etc.
Dividiremos el estudio del imperio español del siglo XVI en sus dos grandes etapas:
El reinado de Carlos V
El reinado de Felipe II
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