Las colonizaciones mediterráneas: fenicios, griegos y cartagineses

A partir de, aproximadamente, el siglo X a. C. se inicia el proceso de llegada de otros pueblos procedentes del mediterráneo en diferentes fases hasta la llegada de los romanos hacia el siglo III a. C. Las migraciones de pueblos procedentes del Mediterráneo Oriental vinieron atraídos por  la riqueza de la zona  en minerales de oro, plata y cobre, y por las posibilidades comerciales que ofrecía la presencia del mar. Por orden cronológico, las diferentes colonizaciones que se suceden son las siguientes:

1) Los fenicios: Formaron una poderosa comunidad en la zona costera del sur y sureste penínsular. Llegaron procedentes de Tiro (en el Líbano) con la intención de explotar las posibilidades comerciales de la zona, rica en materias primas. Hacia el siglo X a.C. ya habían fundado la ciudad de Gadir (Cádiz, 1104 a. C.). A continuación establecieron otras colonias mercantiles, como las de Malaka (Málaga) y Abdera (Adra). Todas ellas se organizaban como ciudades-estado y prosperaron gracias al comercio con el mediterráneo oriental, por cuyo monopolio lucharon con los griegos. Explotaron los minerales procedentes de las ricas minas en Andalucía (plata, oro, cobre…), así como estaño que obtenían del oeste y norte peninsulares. Además del comercio de metales, se dedicaron a la pesca y  los textiles.

2) Los griegos: Llegaron a la Península hacia las mismas décadas y por las mismas motivaciones que los fenicios. Se asentaron en la costa oriental (Rosas, Denia y Ampurias) y meridional. Su influencia fue grande para los pueblos indígenas de la costa oriental; ademas dejaron un importante legado en la arquitectura (veasé las ruinas de Ampurias), en la cultura y en el arte.

3) Los cartagineses: Cuando los asirios conquistaron la ciudad de Tiro, a comienzos del siglo VII a. C., las colonias fenicias de occidente pasaron a depender de Cartago. Los cartagineses ocuparon las colonias fenicias y fundaron otras nuevas en Ibiza y en otros centros en la costa sur de la península.

Cartago había sido derrotada por Roma en el año 241 a. C. en la Primera Guerra Púnica, lo que tuvo importantes consecuencias para la Península: los cartagienses tuvieron que renunciar a sus posesiones en Sicilia, Córcega y Cerdeña, por lo que, para compensar estas pérdidas,  decidieron extender sus posesiones en la Península Ibérica. De esta manera, Cartago conquistó Andalucía y Levante, impulsó la explotación económica –agricultura, pesca y minería– y fundó nuevas ciudades como Cartago Nova (Cartagena). La colonización cartaginesa influyó poderosamente en la religión, cultura y arte de la población indígena y en especial en el uso de la escritura.

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