Al-Andalus
Conocemos con el nombre de Al Andalus al territorio de la Península Ibérica dominado por los musulmanes. En realidad nunca llegaron a dominar toda la península y los nacientes reinos cristianos nunca tomaron este nombre ni se resignaron, como veremos, a la dominación islámica.
1. ¿Causas de la invasión de la Península Ibérica? La división de la Península.
La invasión musulmana de España es una fase más de la expansión árabe por el Mediterráneo. Desde que conquistaran la península arábiga en el siglo VII, los árabes se extendieron con rapidez por el norte de áfrica y Asia central. La idea de propagar el islam al resto del mundo conocido pasaba por Europa, así pues, desde el estrecho de Gibraltar se lanzan a la conquista de la Península Ibérica. Como veremos, la conquistaron en menos de 10 años y seguían hacia el norte por Francia, pero se vieron frenados por los francos en la batalla de Poitiers (732)
La conquista de la Península Ibérica se llevó a cabo de un modo rápido como consecuencia de la división interna entre los visigodos. Los visigodos establecieron unas estructuras sociales bastante pobres, con un poder muy fragmentado. Si hubieran unido sus fuerzas, habrían tenido superioridad militar frente a los invasores, pero no lo hicieron. El estado visigodo estaba dividido entre los partidarios del rey Don Rodrigo y los del pretendiente al trono, Witica. Éstos últimos se aliaron con los musulmanes para derrotar al rey Rodrigo. Es decir, pidieron ayuda a las tropas musulmanas del norte de África para vencer al rey Rodrigo. Y pensaron que los musulmanes se retirarían después de pagarles por la victoria, pero no fue así. Los musulmanes se quedaron con todo el poder, y, eso sí, los nobles aliados de Witiza fueron respetados y conservaron sus posesiones y rango; mientras que los nobles cercanos a Don Rodrigo fueron desposeídos de todo y tuvieron que emigrar cada vez más al norte hasta refugiarse en las montañas asturianas y cántabras. En estas montañas se creó un foco de resistencia que poco a poco se fue extendiendo ocupando una franja que, a finales del siglo VIII, ya llegaba desde Galicia a los Pirineos.
En cuanto al resto de la población, ésta era mayoritariamente rural por lo que no sintió como un excesivo trauma el cambio de «dueños». Total, debían seguir cultivando la tierra sin posibilidades de adquirir la propiedad, por lo que, en su mayor parte, optaron por quedarse en zona invadida en condiciones similares a las que tenían con los visigodos.
Por tanto, al principio, cristianos y judíos fueron respetados por los invasores. Pero en el caso de los primeros debían pagar impuestos especiales y fueron rebajados al último escalón de la pirámide social, lo que obligó a muchos campesinos cristianos a convertirse al islam para obtener más ventajas.
La situación social de tolerancia religiosa duró realmente muy poco, hasta mediadosdel siglo VIII, cuando Beato de Liébana comanda la separación de la iglesia de los estados cristianos del norte, del arzobispado de Toledo, en territorio musulmán, que se había posicionado de modo sumiso frente al Islám hasta el punto de desvirtuar los principios católicos. Desde el siglo IX la división en «dos» de la Península empezaba a definirse con fuerza:
• En la zona invadida, que los musulmanes llamaron Al-Andalus, los líderes religiosos cristianos, con el obispo de Toledo al frente, tomaron una postura de sumisión al islám de manera que aceptaban la teoría islámica del único Dios y, por ejemplo, que la santísima trinidad no existía realmente, que era como una metáfora del Dios único. A esta especie de herejía se la conoció como «adopcionismo».
• Por el contrario, los territorios rebeldes del norte de la mano del obispo de Osma y Beato de Liébana no aceptaron la desviación de los principios cristianos, por lo que se desligaron de la autoridad eclesiástica de Toledo. Los lazos de unión con la zona invadida se fueron poco a poco cortando o perdiendo.
De este modo, se consolidó una clara división entre el norte y el sur. Las autoridades musulmanas desde entonces (unos 50 años después de la invasión) radicalizaron su postura religiosa y muchos cristianos se vieron obligados a emigrar al norte. En el norte, se establecen pactos con Carlomagno y los sucesivos reyes francos, además, nace el mito de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela que se convirtió en el principal estímulo espiritual para recuperar aquellos territorios cristianizados por el apóstol. Se iniciaba con estos argumentos el largo proceso de reconquista que concluiría a finales del siglo XV (aunque en la práctica, toda la Península, con la excepción del reino de Granada, estaba reconquistada a mediados del siglo XIII).
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