La crisis de la Restauración: Reinado de Alfonso XIII y dictadura de Primo de Rivera

En 1902 terminó la regencia de María Cristina y Alfonso XIII, hijo póstumo de Alfonso XII, fue proclamado rey de España. Continuó el sistema de la Restauración, basado como sabemos en el turno político en el poder de los dos grandes partidos: el liberal y el conservador.

El inicio de siglo en España no fue muy diferente al del resto de países europeos, en el sentido de que en toda Europa había un proceso de cambio para consolidar los nuevos regímenes democráticos. El proceso fue difícil (excepto en aquellos países con más larga tradición liberal como Inglaterra o Francia) y con numerosas tensiones producidas sobre todo por la acción desestabilizadora del comunismo (revolución rusa) y del fascismo (de sobra conocidos los casos de Alemania e Italia). En España el proceso también estuvo lleno de dificultades y enfrentamientos que, desgraciadamente, condujeron a una guerra civil.

Hasta la implantación de la II República española en 1931 hay una serie de factores que debemos tener siempre presentes a la hora de explicar los cambios políticos y sociales de estos años, veámoslos:

A) La ineficacia del sistema de la Restauración: como venimos diciendo, desde 1875 dos grandes partidos (Liberaly Conservador) se repartían el poder en España. El sistema trajo estabilidad en un principio, pero después mostró sus carencias como el exceso de corrupción, innata al sistema que se basaba en el caciquismo y la incapacidad para representar a toda la sociedad.

De este modo, el movimiento obrero (socialismo), los partidos republicanos y los nacientes partidos nacionalistas de las regiones periféricas (País Vasco, Cataluña y , en menor medida, Galicia) no se veían representados por el sistema.

En resumen, el sistema del Bipartidismo no era el idóneo para liderar el cambio político, difícilmente la democratización de la sociedad podía implantarse desde un sistema que era caciquil y heredero de la tradición.

 B) La guerra de Marruecos: un conflicto muy impopular y que se prolongó hasta 1927. La población estuvo en contra de esta guerra injusta e inútil. La guerra de Marruecos va a estar en el centro de la mayoría de los sucesos revolucionarios y, a la larga, le va a costar el puesto al propio rey Alfonso XIII.

C) La relación Iglesia-Estado: España era un país tradicionalmente católico en el que la Iglesia intervenía activamente en la vida pública (orden moral, educación) y política. Los cambios afectaban directamente a la Iglesia pues la tendencia era ir hacia un modelo de país laico y, al mismo tiempo, quitar a la iglesia sus privilegios y el control casi total que tenía sobre la educación. Por tanto, este fue otro frente de disputa político-social con defensores y detractores en conflicto

D) La actuación de los militares. Cuando las cosas se ponían demasiado tensas en la vida política, los militares actuaban por medio de acciones de fuerza y golpes de estado. Como veremos, uno de ellos, en 1936, va a conducir a la Guerra Civil.

E) El momento histórico. Conviene insistir en que nos situamos en el primer tercio del siglo XX, un momento revolucionario y de extremismos: anarquismo (en toda Europa), sindicalismo radical, revolución socialista (Rusia), fascismo (Italia), nacionalsocialismo (Alemania), etc. Este ambiente evidentemente va a influir en España y se debe tener en cuenta a la hora de explicar la realidad nacional de aquellos años.

 1. Periodo de crisis del sistema de la Restauración (1900-1917)

1.1 Las guerras coloniales en Marruecos.

Después del “Desatre del 98” España trata de compensar la pérdida de las colonias americanas con el control de otras colonias en el norte de África. En esta época los países europeos importantes controlaban mumerosas colonias en África, pero España ya no era un país de primera fila en Europa y solo recibe en el reparto una mínima parte de Marruecos y del Sahara.

Las zonas, además,  se rebelaron y España trató de controlarlas por medio de una nueva guerra

La guerra de Marruecos influyó mucho en la política y la sociedad española, provocó importantes crisis, además la opinión pública mayoritaria culpó directamente al monarca del fracaso en Marruecos, todo esto contribuyó a provocar el fin del sistema de la restauración.

En concreto, la guerra causó, como decimos, importantes problemas:

A) La población no entendía que España estuviera en una nueva guerra para controlar una zona que era muy pobre.

 B) Los soldados que iban a la guerra eran reservistas de reemplazo, es decir, jóvenes que hacían el servicio militar obligatorio. Los reservistas eran elegidos por sorteo en diferentes reemplazos de soldados, pero los hijos de los ricos podían evitar ir si pagaban una excepción bastante cara que no estaba, claro, al alcance de los más pobres.

Hubo sobre todo 2 momentos críticos destacados. El primero en 1909 cuando los reservistas  se amotinan en el puerto de Barcelona (de donde partirían para Marruecas) negándose a ir a la guerra. Protestaron por la injusta situación, que antes hemos comentado, que libraba a quienes podían pagar la excepción del sorteo.

Los participantes de la revuelta quemaron iglesias (señalaban al clero como cómplice del injusto sistema) y se enfrentaron a los soldados. El ejercito actúo con violencia, hubo muertes y numerosos heridos.

La Semana Trágica tuvo una fuerte repercusión internacional entre los partidos europeos de izquierda que convocaron manifestaciones de protesta (tan importantes como la de París que congregó a más de 50.000 personas). Como consecuencia de esta presión el rey se ve obligado a  relevar del puesto al presidente  del  gobierno, el conservador Antonio Maura, que es sustituido por el liberal Canalejas.

Pero más grave aún fue unos años después la derrota en la ciudad marroquí de Annual en 1921, donde como consecuencia de una mala estrategia militar murieron unos 12.000 soldados españoles. Este hecho provocó una auténtica convulsión nacional, los partidos políticos de la oposición acusaron al propio rey Alfonso XIII de ser el culpable de la masacre de Annual.

1.2. División política: La oposición del resto de partidos que estaban alejados del poder.

Los tradicionalistas carlistas, los republicanos (el Partido Radical de Alejandro Lerroux), los socialistas (el Partido Socialista Obrero Español y su rama sindical, la Unión General de Trabajadores), tenían una escasa representación en las Cortes, y no dejaron durante todo el periodo movilizar a campesinos y trabajadores para acabar con un sistema político que los mantenía al margen del poder. Normalmente  presionaron con manifestaciones, huelgas y protestas en la calle, pero algunos grupos descontrolados de estos partidos también recurrieron a la violencia. Como hemos visto en los puntos anteriores, varios políticos importantes fueron asesinados en atentados realizados por anarquistas y sindicalistas.

Por su parte, tras el Desastre del 98, nacieron en Cataluña y el País Vasco los partidos nacionalistas.

En el caso de Cataluña los empresarios venidos de Cuba impulsaron un proceso que reclamaba más autonomía para la región y el tener un mayor control de la hacienda catalana. Así nació la Lliga Regionalista (formada por la alta burguesía empresarial de ideología de derechas); más tarde nacerá la opción nacionalista republicana de izquierdas: Ezquerra Republicana.

En el País Vasco, Sabino Arana fundó en 1895 el Partido Nacionalista Vasco, en defensa de la «raza» vasca, las tradiciones y costumbres vascas frente a los inmigrantes del resto de España ( a los que llamaba maketos) que llegaban para trabajar en la industria vasca y amenazaban con acabar con este legado.  También un importante sector de la burguesía y del clero apoyó este movimiento nacionalista abandonaba, como el caso catalán, el esquema de la Restauración.

Por último, el anarquismo tuvo un importante efecto político. En sus origenes, a finales del XIX, utilizó el terrorismo como medio principal para alcanzar sus objetivos de destrucción de la sociedad burguesa. Poco a poco evolucionó hasta el sindicalismo radical, creando la Confederación Nacional de Trabajo (CNT), que buscaba una transformación revolucionaria de la sociedad utilizando como método la huelga general revolucionaria.

 1.2. Periodo final de la Restauración (1917-1923)

España durante la I Guerra Mundial fue neutral lo que en un principio la benefició: las fábricas e industrias españolas aprovecharon para proveer de suministros a los países combatientes. La economía española mejoró enormemente, pero fue un crecimiento demasiado rápido que acabó perjudicando.  Esto se explica porque las fábricas estaban a pleno rendimiento, había trabajo y dinero y, por ejemplo, a principios de 1917 el nivel de vida en España  había subido un 70% respecto al año 1914. Todo ello hizo que la inflación fuera muy elevada y que aumentaran las desigualdades sociales entre ricos y pobres. Cuando la guerra mundial finalizó en 1918, los países combatientes comienzaron la recuperación por lo que ya no necesitaban los productos españoles. España entró en una nueva crisis económica, la más importante desde que se iniciara el siglo.

Como decimos, el país entró en recesión por la fuerte inflación y la falta de demanda. Miles de personas perdieron su empleo y los sindicatos reaccionaron con violentas huelgas y revueltas. Además, las protestas populares se animan con la repercusión de la exitosa revolución bolchevique que por entonces se producía en Rusia.

Si esto fuera poco, durante el verano de 1917 se produjo una triple crisis que estuvo a punto de acabar con el sistema:

  • Por un lado, una fracción de los militares que estaban en la Península (los mandos bajos) se quejaban del trato desigual que recibían respecto a los militares que participaban en la guerra de marruecos (rapidamente ascendidos). Presionaron al gobierno de tal modo que tuvo que ceder en parte a sus reivindicaciones.
  • Por su parte, los partidos nacionalistas catalanes aprovechan la situación para declarar la autonomía de su territorio. Y los partidos republicanos y socialistas preparaban un movimiento revolucionario que acabara con la Restauración.
  • Por último, los sindicatos movilizaron a la población en huelgas generales que tambien pedían un cambio de sistema. En definitiva, el país parecía como una bomba a punto de estallar.

 

Ante esta situación, el presidente del Gobierno (Eduardo Dato) en este verano de 1917 cierra las cortes y suprime las libertades, e impone una especie de estado de excepción. El sistema de bipartidismo,como tal, había muerto. Estos dos grandes partidos que venían enfrentándose desde al menos 1909 pierden el monopolio del poder y para calmar la situación tienen que aceptar la participación de otras fuerzas políticas. De este modo,  en ese mismo año de 1917 se formó un gobierno de concentración nacional con la participación de los nacionalistas catalanes. A pesar de todo la inestabilidad sigue siendo la tónica entre 1917 y 1923 con ¡13 gobiernos diferentes!

La inestabilidad y la falta de acuerdos se prolongaron  hasta que se produjo la temida reacción militar y el 13 de septiembre de 1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de estado y proclamó una  dictadura militar, que fue aceptada por el rey.

 En resumen, los problemas derivados de la guerra de Marruecos, la crisis económica posterior a la Primera Guerra Mundial y  la presión ejercida por partidos políticos contrarios al sistema,  terminarán provocando la caída del sistema bipartidista en el que se apoyaba la monarquía española.

2. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1931)

El capitán general Primo de Rivera, con el beneplacito del rey, dio un golpe de estado que triunfó y en consecuencia suprimió las Cortes y acumuló todo el poder por medio de un directorio militar que gobernaría el país. Además, prohibió los partidos políticos y censuró la prensa.

La población reaccionó con relativa indiferencia pues estaba, en cierto modo cansada de la constante inestabilidad. El dictador para ganarse la confianza de los partidos de la oposición, llega a acuerdos con el Partido Socialista y con los nacionalistas catalanes a los que promete respetar la autonomía de su territorio. Pero pronto, por la presión del ejército, retira la confianza al nacionalismo catalán e inicia una dura represión que prohibió las instituciones catalanas, el uso del catalán incluso la sardana, el baile regional de Cataluña.

Una vez recuperado el orden, la dictadura obtuvo éxitos en algunos aspectos de la vida nacional. De esta manera, se logró en 1927 la total pacificación del protectorado español en Marruecos. También se aprovechó la etapa de prosperidad económica mundial posterior a la Primera Guerra Mundial y se  realizaron importantes obras públicas: carreteras, ferrocarriles, puertos y obras hidráulicas. También se crearon grandes monopolios públicos como la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) y la Compañía Arrendataria de Monopolio de Petróleo (CAMPSA).

Pero el regimen era fuertemente impopular, especialmente para los intelectuales (recordemos como Unamuno, por ejemplo, fue expulsado de la universidad por criticar la dictadura); así como para los partidos políticos de izquierda, nacionalistas y los sindicatos. La crisis mundial de 1929 alcanzó también a España y contribuyó en la caída de la dictadura.

Primo de Rivera dimitió el 28 de Enero de 1930, afixiado por todos: partidos contrarios -al frente republicanos de izquierda-, el descontento social provocado por el paro que trajo la crisis de 1929 y la presión internacional de las democracias europeas. La monarquía también retiró su apoyo al dictador, pero no sobrevivió mucho más tiempo.

En 1930 el general Belenguer sustituyó a Primo de Rivera con  el compromiso de realizar las reformas necesarias para establecer un cambio de sistema. Pero las reformas avanzaban con enorme lentitud lo que pronto motivó la desconfianza generalizada en el proceso. En 1931 el rey se ve obligado a sustituir a Belenguer por otro general, Aznar para que agilice las reformas.

Por fin se convocaron elecciones municipales en abril de 1931 en las que pueden participar de nuevo todos los partidos políticos prohibidos durante la dictadura. La sensación popular era que se trataba de un plebiscito a la monarquía: si los partidos monárquicos perdían, el cambio de sistema y la implantación de la República serían imparables. Y esto fue lo que sucedió. Aunque en los pueblos y pequeñas ciudades ganaron los partidos monárquicos (donde el caciquismo era mucho más influyente),  en todas las grandes ciudades  triunfaron los partidos republicanos. De modo que en un ambiente de euforia,  apenas dos días después, el 14 de abril de 1931 fue declarada la Segunda República Española. Un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora se hizo cargo del país. Ese mismo día, el rey abandonó España camino del exilio.

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